¿Por qué subestimamos las amenazas ambientales?

silvia

Silvia Bakirdjian[1]

El sentido de este texto es poner el acento en que para la conciencia ordinaria de la población —e incluso de muchos agentes decisores— el tema ambiental y su problemática aparece como “postergable”, ya que ciertas catástrofes en diferentes partes de mundo no han ocurrido todavía. Y que lo que efectivamente ha ocurrido, nunca parece resultar suficiente para despertarnos y poner manos a la obra.

 

 

¿Por qué las cosas tienen que sacudir de modo muy directo y personal para que el ciudadano se preocupe por ellas, aún cuando están allí acechando siempre como amenazas latentes?

¿Por qué se tiene la mirada corta al punto de que sólo alcanza los límites de la propia casa?

Se vive en estado de resolución de los propios asuntos domésticos, y se cree que eso da derecho a desconocer lo que acontece unos metros más allá.

Parafraseando a Bertold Brecht: cuando esos acontecimientos urgentes que hoy son desoídos golpeen la puerta propia de cada uno será tarde.

Habría que mostrar un poco de mirada prospectiva, visionaria, tanto los vecinos como los actores con poder político decisorio, emulando a los grandes estadistas de la historia que fueron tales por ver algo más allá de los demás y adelantarse a los acontecimientos.

El tema de los impactos ambientales y la sostenibilidad de los recursos naturales no ocupa un primer plano en las agendas. Esto es grave, porque queda poco tiempo y lo que habría que hacer habría que hacerlo ayer.

La verdadera sapiencialidad respecto de los ecosistemas originarios incluye un reconocimiento del uso adecuado de los recursos, para que éstos resulten cíclicamente sustentables. Pero se opone a ello la dificultad impuesta por nuestra idiosincrasia “globalizada” y “moderna”.

Un ejemplo: el agotamiento del recurso universalmente conocido como “agua”, que para la conciencia ordinaria aparece como un fluido que emana incesantemente de una fuente inagotable sin que se sepa cómo.

¿No será que se hace imperiosa una revolución en nuestras conciencias y apetencias, en el sentido de morigerar y adecuar nuestros “patrones de consumo” a la naturaleza tal como nos fue dada, a lo que hay, y que en lugar de cambiar lo externo seamos capaces algún día de cambiar nosotros?

[1] Licenciada en Filosofía

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