24 DE DICIEMBRE 2014
Enrique Leff en La Ecología Política en América Latina. Un campo en construcción nos habla sobre el territorio del pensamiento crítico y de la acción política que construye la ecología política y de la importancia de situar este campo en la geografía del saber para “…delimitar su espacio, fijar sus fronteras y colocar membranas permeables con disciplinas adyacentes”.
Donald Worster[1] al analizar las diferentes corrientes de pensamiento ambiental propone la existencia de dos tradiciones: “Imperial” y “Arcadiana”. La tradición Imperial[2] – también conocida como “mecanicista” – es el resultado de un prolongado proceso de profundos cambios en el pensamiento científico que da inicio a partir de los siglos XVI y XVII en los que la visión del universo como algo orgánico, vivo y espiritual – propia de la ciencia medioeval – fue reemplazada por la concepción de un mundo similar a una máquina. La tradición Arcadiana[3] – también conocida como organicista – nace a partir del interés en descubrir y preservar los valores intrínsecos de la naturaleza y el hombre. Esta tradición reconoce dos vertientes: el naciente romanticismo europeo y los conocimientos que emergían de una nueva ciencia: la ecología. Su planteo central: el ideal de una vida rural simple en estrecha armonía con la naturaleza.
Parafraseando a Leff, podemos afirmar que la ecología política en nuestro país se encuentra en un momento fundacional de un campo teórico-práctico. Esta construcción – a su vez – se desarrolla en el campo de la tradición Arcadiana – un amplio campo Verde – donde confluyen un conjunto de ideologías y corrientes de pensamiento cuyo conocimiento resulta fundamental para afianzar la propia identidad y para avanzar en el territorio de las coincidencias.
Ecologistas, eco-feministas y eco-pacifistas, constituyen un núcleo homogéneo que adopta como ideología a la ecología política. Con diferentes grados de afinidad y dentro del campo de la tradición Arcadiana encontramos las corrientes de la “ecología profunda”, el “indigenismo”, el eco-socialismo propuesto por Michael Löwy y el ecologismo social de Murray Bookchin.
Completando el conjunto de corrientes de pensamiento próximas a la ecología política, podemos mencionar aquellas que se pueden situar en la transición entre los campos Arcadiano e Imperial, tales como: el ambientalismo reformista; el eco-desarrollismo de Osvaldo Sunkel y José Villamil; las corrientes ético religiosas y el eco-marxismo de James O´Connor. Particularmente importantes resultan también las propuestas y planteos del “ecologismo de los pobres” impulsado por Martínez Allier y la “ecología política de la diferencia” defendida tanto por Arturo Escobar como por Héctor Alimonda.
Para el caso de nuestro país resulta importante mencionar al “eco-peronismo” que se respalda en el “Mensaje a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” que Perón difundiera el 21 de febrero de 1972.
[1] Donald Worster – Nature’s Economy (1977)
[2] El sentido de “imperial” se refiere a la actitud humana sobre el mundo natural no humano.
[3] Su designación deriva de una región montañosa en la antigua Grecia llamado Arcadia, cuyos habitantes supuestamente habitaban en un estado edénico de inocencia, en paz con la tierra y sus criaturas.