Considera inevitable el sistema capitalista y apelan a la sensibilidad social con una retórica que combina la denuncia de los males de la injusticia pero sin la disponibilidad a asumir los conflictos y los costos de la lucha política necesaria para superarlos.
En América Latina el progresismo está asociado a diferentes y muchas veces contrapuestas corrientes políticas que conforman el arco “centro-izquierdista” desde donde se promueve el “Estado de Bienestar” con inclusión social, favoreciendo políticas sociales que persiguen la igualdad de oportunidades y el acceso de todos los ciudadanos a servicios sociales básicos.
Promueven también una economía mixta con el acento en el carácter social del modelo de capitalismo que defienden: un “capitalismo con rostro humano» y en esa dirección prefiere mantener impuestos relativamente altos para financiar el gasto social y por lo tanto como instrumento de redistribución del ingreso en la sociedad.
Consideran que las exportaciones de minerales, petróleo y la agricultura basada en monocultivos son los motores del crecimiento económico y están convencidos que han construido un extractivismo de nuevo tipo, a partir de una mayor presencia y un papel más activo del Estado, con acciones – tanto directas como indirectas – con las cuales creen haber resuelto los impactos sociales y ambientales que le son inherentes a las practicas extractivistas.
Consideran que al captar una mayor proporción del excedente generado por los sectores extractivos, y destinar parte de esos recursos para financiar programas sociales, se legitiman socialmente estas prácticas, a partir de concebirlas como indispensables para combatir la pobreza y promover el desarrollo.
En el relato intercalan referencias ecológicas pero – en general – consideran a las exigencias ambientales como trabas para el indispensable crecimiento económico. Mientras se sienten cómodos con medidas como las campañas para abandonar el plástico o recambiar los focos de luz, se resisten a los controles ambientales sobre los inversores o exportadores, considerándolas un freno para la reproducción del aparato estatal y la asistencia económica a los más necesitados. Se caracterizan por una gestión ambiental estatal debilitada al dejar de lado los temas más urticantes.
Siguen soñando con las clásicas ideas del desarrollismo material, y están convencidos que se deben exprimir al máximo las riquezas ecológicas del continente. Sienten que el ambientalismo es un lujo que sólo se pueden dar los más ricos, y por eso no es aplicable en América Latina hasta tanto no se supere la pobreza.
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LA (RE) VERDE 