ENERGÍA NUCLEAR – Hervè KEMPF

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Hervè KEMPF*

 

A continuación se resume la posición antinuclear de Hervè Kempf expuesta en su libro Para salvar el planeta: salir del capitalismo[1].

 

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Kempf inicia el análisis del tema con Imágenes de Pripyat, Ucrania que en abril de 1986 contaba con 47.000 habitantes y era considerada una de las ciudades más modernas de la ex Unión Soviética.

 

chernobylA renglón seguido recuerda que el 26 de abril de 1986 se produjo el sobrecalentamiento y explosión del reactor N° 4 de la Central Nuclear de Chernóbil, que emitió 500 veces más radiación que la bomba atómica arrojada sobre Hiroshima en 1945.

 

 

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Pripyat se convierte entonces en la ciudad fantasma más grande del mundo moderno.

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Kempf sostiene entonces: sorprende que se presente un procedimiento técnico, que amenaza el presente e hipoteca el porvenir, como la “energía del futuro” y califica ello como un verdadero ejemplo de irresponsabilidad.

Sellafield-1515bComo ejemplo de esa actitud irresponsable señala que desde los años 50, Inglaterra colecciona fracasos en materia nuclear y concentra, en Sellafield, una gran cantidad de desechos radioactivos y usinas contaminadas, con lo que no sabe qué hacer. Sin embargo sigue construyendo nuevos reactores.

franciaKempf afirma aquí que ningún país del mundo solucionó la cuestión del destino de los desechos radioactivos[2], para lo cual analiza el caso de Francia señalando que su lobby nuclearista nos quiere hacer creer lo contrario, pero lo cierto es que Francia decidió “reprocesar” los combustibles residuales de los reactores, logrando reducir fuertemente el volumen de los desperdicios radioactivos, pero multiplicando sus tipos, especialmente al aislar el plutonio. Por otra parte, al no resultar rentable, no se reciclan todos los combustibles. Francia se encuentra ahora no sólo con los desechos concentrados producto del reciclado y del plutonio, sino también con combustibles usados, igual de radioactivos. Además, Francia ha desarrollado el “Mox”, un combustible que mezcla plutonio y uranio: una vez utilizado en un reactor, es aún más caliente y radioactivo que el resto de los combustibles nucleares. En resumen, Francia se encuentra con tres categorías diferentes de desechos peligrosos, que implican cada uno una solución técnica particular y de las cuales no se encontró ninguna.

Kempf califica a los desechos nucleares como un problema moral insoluble y se pregunta ¿En nombre de qué legarle por miles de años a centenares de generaciones productos tóxicos que sólo habrán servido al bienestar de dos o tres generaciones?

plutonioEl plutonio, llamado así por Plutón, dios Griego de los infiernos, es con mucho el más mortal de todos los desechos nucleares. En cantidades inferiores a una millonésima de gramo —una dosis invisible— es carcinógeno; menos de medio kilo, distribuido uniformemente, podría engendrar un cáncer de pulmón en todos los habitantes del mundo. En vista de ello, es realmente terrorífico saber que cada reactor comercial produce anualmente entre 180 y 230 kilos de plutonio.

A continuación Kempf destaca otro aspecto importante de la energía nuclear, el referido a los altos costos de su generación  ejemplificando la cuestión con el balance de la eficiencia de la inversión en energía nuclear en Francia. Entre 1973 y 1987 se invirtieron 100.000 M de Francos en materia de eficiencia energética logrando reducir en 34 millones de tn anuales las importaciones de petróleo. En igual período se invirtieron 500.000 M de Francos en materia de energía nuclear logrando reducir en 56 millones de tn anuales las importaciones de petróleo. La cuenta es clara: la eficiencia energética fue tres veces más rentable que la energía nuclear.

Frente a los altos riesgos, los altísimos costos y la proliferación, el lobby nuclear ahora nos dice que la energía nuclear no emite CO2. En este punto Kempf menciona que hasta 2007 en el mundo existían 436 reactores en servicio con una capacidad de generación de 352 GW que garantiza el 16% de la producción mundial de electricidad. Las previsiones indican que en 2030 se alcanzarán 833 GW de generación, lo cual significa poner en servicio 25 centrales por año, hasta alcanzar un total de 610 reactores, a un costo variando entre 5000 y 12.000 millones de dólares por reactor, que nos dice que será muy difícil que se cumpla esta previsión. ¿Pero qué representarían estos hipotéticos 610 reactores en términos de emisiones de CO2? La Agencia Internacional de Energía hizo el cálculo: la puesta en servicio anual de 30 GW conduciría a una reducción de las emisiones del…6% en 2050.

Finalmente Kempf se pregunta: ¿Vale la pena? ¿Resulta inteligente correr los riesgos? ¿Tenemos derecho a legar a las generaciones venideras nuestros desechos nucleares?

 

* Periodista y ensayista francés

[1] KEMPF, HERVE (2010). PARA SALVAR EL PLANETA. SALIR DEL CAPITALISMO. CAPITAL INTELECTUAL. ISBN 9789876142465

[2] La industria nuclear prevé que antes del año 2000 habrá un total de 575 millones de litros de desechos intensamente radiactivos, de «alto nivel» y, si bien las cantidades exactas de desechos radiactivos militares se mantienen en secreto, es de suponer que sean muy superiores a los producidos por los reactores industriales.

 

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